martes, 21 de julio de 2015

Pasar de ti

"Señala Wittgenstein que en la fe religiosa sólo es verdad, en primer lugar y sobre todo, el punto de partida de que la situación del ser humano no tiene esperanza. Pregunto: ¿es posible creer también en la desesperanza? Porque me bastaría esta fe."


Supiste desde la primera vez que nos miramos que nada nunca bastaría para saciar mis fantasías estéticas, 
Que me son ajenos muchos artes.
Como el de morder justo donde debía haber un corazón, o pronunciar tu nombre que recuerda a un tintineo plateado, de convivir con la marea y con la playa
de callarme un rato.

Se me escapa la moderación, la comprensión de la ligera irrealidad de la vida (esa tierra esponjosa en la que luego florecen los recuerdos como amapolas)
Cosecho margaritas. 
Pienso en la fugitiva rosa que pintó Dalí y me causa angustia el azul que tiene por lienzo.
Hace mucho que no me doy cuenta de que lo único que le falta al tiempo es detenerse. 
No puede empezar mal nada que empiece con "¿Sabes?"
Porque nunca sé.
¿Pero sabes?
Sí dominé el arte de jugar a la papiroflexia con la lengua, de hacer interminables listas de palabras esdrújulas, de llenar los crucigramas con tu nombre.

Me divierte que me creas tan tonta (aunque no deje de dolerme un poco).
Me divierte la rabia con la que de madrugada alguna vez me preguntaste si de verdad para mí todo lo hermoso tenía sentido y si todo aquello cargado de sentido era hermoso.

Y te respondí que sí.

Recuerdo con especial nitidez cómo me dijiste con rencor que el querer no siempre es bello
Que en el momento en el que la imagen dejaba de ser bella, para mí tus sentimientos perdían sentido y te mandaba a la mierda, o me mandaba a la mierda, o nos postergaba. Que no entendías lo que era bello a mis ojos (y por ende tampoco a qué obedecía mi comportamiento) pero que comprendiste por qué carecían ciertas cosas de valor. 

Recuerdo pedirte el favor de que si te atrevías a cuestionar la belleza de un solo segundo a tu lado, no me volvieras a hablar en la puta vida.

Siempre me diste un poco de miedo.
Por eso tuve siempre tanta rabia.

Es imposible no estar a la defensiva cuando se es tan débil
O se está convencido de serlo.

Yo, la hormiga.

Y no hay mucho más que eso
Días después te dije "Soy A, estoy sola y tengo miedo"
Lo que más me divierte es que sí soy tan tonta como crees.

Pero no hay mucho más.
No conozco anclas ni abismos, no conozco Budapest, escucho Sinatra los días que llueve, me miro mucho al espejo.
Siento que le molesto cuando le hablo.
Abuso de los siempre y de los nunca.
De los casi.



Para salvaguardarme tengo el pensamiento como intento de imponerme, el pensamiento como venganza, como la última mirada atrás del fugitivo, llena de desprecio y lucidez.

Y nada más doloroso que lo más auténtico que tenga para dar sea descartado como un espejismo publicitario, como una amalgama de vanidad y colores.

Y sí, te jode, pero mi vida está definida por las estrellas que me dieron en el colegio, por un prendedor en una solapa, por un nombre arbitrario y un nudo en el estómago. Por un escudo en el que ni estoy yo ni mi causa. Por el libro que leí ese día mientras todos bailaban.

Por el hecho de que no me importe ensuciarme los zapatos en los charcos.

Por cada uno de los charcos en los que salté.

Especialmente aquel que reflejaba tu sonrisa.